Despojos de tutú

Instalación que nace de la memoria, el desgaste y la violencia. Betty Cárdenas construye esta obra a partir de los restos reales de los Escudos de tutú que fueron intervenidos mes a mes en el Parque de la Bailarina Isabel Cristina Restrepo Cárdenas, en la Comuna 14 de Medellín.

Lo que comenzó como una acción poética y crítica —una pieza que denunciaba la utilización del cuerpo femenino como escudo— muta aquí en una obra donde el paso del tiempo y la acción humana terminan de completar el mensaje, llevándolo a un plano aún más perturbador.

Los tutús recuperados, descoloridos por el sol y la lluvia, reblandecidos por el viento y la intemperie, remiten a la fragilidad del cuerpo femenino, a su inevitable vulnerabilidad frente al tiempo. Pero es la huella humana —cortes con cuchillo, quemaduras, destrucción deliberada— la que revela con crudeza una violencia no simbólica, sino real. En Despojos de tutú, el arte ya no necesita representar el daño: el daño está ahí, palpable, acumulado, testimonio involuntario de una sociedad que no solo ignora la violencia contra las mujeres, sino que a veces la perpetra incluso en el gesto de destruir una obra que la denuncia.

La instalación se convierte así en una doble metáfora: por un lado, del cuerpo violentado y desgastado por años de agresión y desinterés social; y por otro, del espacio público como territorio en disputa, donde el arte feminista incomoda, provoca y, por lo mismo, es atacado. Esta respuesta agresiva del entorno —lejos de invalidar la obra— la confirma y la potencia. Lo que era una denuncia performativa se convierte, por obra del contexto, en una herida abierta, viva, compartida.

Despojos de tutú no solo interpela al espectador sobre la violencia de género, sino también sobre el silencio colectivo, la permisividad y la resistencia (o falta de ella) ante la presencia del arte que incomoda. Es un espejo turbio de Medellín, de su relación con lo femenino y con el arte público. Cárdenas, con esta obra, no ofrece consuelo ni redención, sino la crudeza de lo real: el eco físico de la violencia que no cesa, incluso cuando el arte se arriesga a denunciarla.